
Ahora, ¿y dónde está la otra parte que representa los colores? Porque la hinchada es gran parte de ella, pero no toda. Exacto: en la historia. La historia y la hinchada son los que conforman a Boca, no los jugadores actuales, porque los que están hoy pasarán y muchos no se convertirán en ídolos (o quizá ninguno). ¿Pero cómo se construye la historia? Con títulos, sí. Y los títulos se obtienen con partidos. ¿Y quiénes ganan los partidos? Pregunta tras pregunta tras pregunta. Obviamente, los partidos lo ganan los jugadores en parte; porque sí, de visitante, el hincha de Boca no puede hacer gran cosa, está en casa ajena y es minoría (a pesar de que fuera de la cancha haya una multitud incontable expectante por el resultado). Pero de local, cuando el equipo va a jugar en casa, el que gana el partido es en gran parte la hinchada. "La única hinchada que gana partidos", se presiente oír. Y es que es cierto: la magnitud que desprende estos colores, y la locura que emane de las tribunas azuldoradas, son simplemente inexplicables.
Así que la conclusión es que Boca es grande por su historia y su gente. La fisura en esta conclusión sigue en vilo: ¿quién hace la historia? En parte la hinchada, en parte los jugadores. Y el técnico que pone a estos caudillos, ¿o no es así? Claro, es así, el DT exige a tal y pone en juego la técnica y táctica. Entonces, estos caudillos, estos soldados que tratarán de estar a la altura de la hinchada, dejarán todo en cancha. ¿Qué pasa si estos jugadores se consagran campeones? La hinchada los va a recordar, por más que después de ello se despidan del club. Un título es otra estrella amarilla en el inmenso cielo azul de los hinchas de Boca. ¿Pero qué ocurre si en lugar de despedirse del club, se quedan y se consagran nuevamente campeones? Entonces la cosa va tomando otra matiz, la hinchada ya sienten un vínculo por ellos y se sienten identificados con ellos en cancha. Existe una confianza mutua que une al hincha con el jugador.
Para que esto suceda, el jugador debe tener distintas cualidades, para que el hincha pueda desarrollar este vínculo con él. No necesariamente debe ser talentoso, aunque cierto es que también se necesita que jugadores desempeñen esta característica. Puede ser aguerrido, puede ser inteligente dentro de la cancha, puede ser seguro, puede ser gentil y rápido, o puede conocer lo que significa definir. Y el hincha se identifica con ellos, y, después de títulos y títulos (muchas estrellas en su cielo), empiezan a conocerse como "ídolos". Y al ser ídolos, quedan en la historia del Xeneize. Lo mismo pasa con el técnico, que pone a estos jugadores (es decir, le emite la misma confianza que el hincha), y elige la táctica. El DT tiene tanto que ver como el jugador.
¿Cómo me pueden pedir que critique, aunque sea interiormente, a alguien que forma tanta parte de mi Boca como yo? Directamente no me lo pidan, porque no lo puedo hacer. Carlos Bianchi es ídolo, es historia, y él al igual que yo forma parte de mi Boca. Él le dio estrellas a mi cielo azul. El hincha de Boca razona así, al menos el verdadero, y alienta eufóricamente no sólo esta vez por el equipo en sí, si no por el ídolo que tiene en cancha (Riquelme) y al que tiene en el banco (el Virrey).
No olvidar. Esa es la cualidad más importante del hincha de Boca, de la muchedumbre que integra los colores. Así como lo hace el técnico. Porque él también es Boca, y el hincha nunca, pero nunca, insultó a su Boca. Las buenas ya van a venir, muchachos.
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toda la verdad
ResponderBorrares la posta! increible
ResponderBorrar-franco
Excelente....
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