"Me hubiera gustado terminar el colegio", contó Román, "pero salía a las 12.30, de ahí me iba a comer y tardaba dos horas en llegar al entrenamiento. Era imposible".
"Por eso", siguió diciendo el ídolo xeneize, "en séptimo grado me senté con mi mamá y le dije que quería ser futbolista, que así le iba a comprar su casa. No le gustó nada. Ella quería que estudie y tenía razón".
Y agregó: "Después de mucho hablar, mi mamá me hizo jurarle que nunca iba a faltar a un entrenamiento. No le fallé, porque estaba seguro que iba a cumplir mi sueño". Conmovedor.
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