El día en que a Giunta le cosieron la oreja sin anestesia

Huevo, huevo, huevo. Que el hincha de Boca recuerda con nostalgia a Blas Armando Giunta en sus tiempos como jugador es sabido. La cuestión podría ser difícil de entreverse a primera vista, pero no fue por los títulos, ni por el talento, ni por el fútbol por lo cual nació este vínculo. Fue por los huevos, las ganas, la actitud. Eso de pararse en la cancha, con toda su imponencia, su corpulencia, esperando a que el árbitro pite el silbato para salir a cazar. Actitudes que les gustaron al hincha, que toda su vida se acostumbró a ver a Boca como una entidad no tanto rebosante de fútbol, sino de huevos. Muchos huevos.

Y a las pruebas nos remitimos. Un cierto día, hace ya mucho, el ex jugador vivió una anécdota que tiempo después le contaría a El Gráfico. 

El periodista inquirió: "¿Alguna vez jugaste roto, mal?", a lo que Giunta respondió: "Una vez, en un entrenamiento, me rompieron la oreja. Estábamos jugando y un boludo me la pisó. Yo sentía la parte de atrás colgando y despegada. El médico vino, me puso anestesia y me dijo que tenía todo partido. Claro, nadie decía quién me la había pisado, se hacían los boludos. Cuando se me fue el efecto de la anestesia, me seguí entrenando, porque no le quería dar paso a nadie, no quería perder el tren. Pero cuando corría, sentía que me ardía mal. Entonces le dije: 'Che, tordo, me duele mucho acá atrás. Abro la boca y siento que se me raja todo'. Me miró y me vio toda la oreja despegada. 'Te tengo que poner anestesia otra vez', me decía. '¿Qué anestesia? Coseme así, como está. Dale loco, dale porque no da para más. Dejáte de joder con la anestesia', le contesté. Me cosió y seguí entrenándome toda la tarde. Yo era así. El fútbol era lo más sagrado del mundo".


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