18 feb 2016

Una conmovedora anécdota de Román

Hace tres años circuló en Youtube un video en el que un pibe contaba una anécdota sobre Román. En resumen, trataba de lo siguiente:

Luis, un chico de la villa, fue asesinado en 2010 tras resistirse en un asalto efectuado por dos flacos. Este crimen no apareció ni en los diarios ni en las noticias; como siempre, los medios pasan de alto los delitos ocurridos en barrios bajos.


Luis, ese muchacho de la villa que no destacaba del resto, que se juntaba con amigos a jugar un fulbito en una cancha ruinosa, y que convivía con sus vecinos en relativa armonía, había vivido, hace ya unos meses, una experiencia que para muchos (me gustaría decir que para todos) hinchas de Boca sería un sueño: almorzar con Juan Román Riquelme.


Luis no tenía plata para ir a ver a Boca; se conformaba con acercarse a los alrededores de La Bombonera en los entrenamientos, con la ilusión de poder saludar a algún jugador. ¿Vieron? Esos jugadores que cuando salen del entrenamiento van esquivando periodistas e hinchas, con sus camionetas deslumbrantes.

Todos los jugadores pasaron de Luis y no se dignaron ni a mirarlo. Y todos los días era así. Luis, sin embargo, no cedía y seguía concurriendo, aferrándose a su sueño de hablar con alguno.


Un día de esos, cuando Luis había abandonado toda esperanza de poder saludar a algún jugador de Boca aquella tarde, una camioneta de vidrios polarizados paró y bajó el vidrio. El conductor era Juan Román Riquelme.


El 10 de Boca, intrigado por ver tan frecuentemente al chico parado allí, saludó a Luis y entabló lo que podría considerarse una amistad con "el bostero", como le decía cariñosamente al muchacho. A partir de entonces, Román cuando salía de entrenar siempre saludaba a Luis.


Un día, el ídolo de Boca le preguntó al "bostero" cuándo era su cumpleaños. "El sábado", respondió Luis. "¿Qué querés que te regalen?", inquirió Riquelme. "Y, Román... mi sueño siempre fue ir a comer a Puerto Madero", respondió con humildad Luis. "Bueno, bostero. El sábado vení al entrenamiento, y cuando salga vamos a comer a Puerto Madero, ¿qué te parece?".


Y Riquelme cumplió su promesa: el sábado, al concluir el entrenamiento, fue a buscar en su camioneta a Luis el bostero, y de allí partieron a Puerto Madero, donde almorzaron ante la anonadada mirada de personas que no entendían qué hacía aquel muchacho desaliñado sentado en una mesa con Juan Román Riquelme.





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